Un año más vuelve el verano, con el el calor y el destape del cuerpo siendo un estimulo directo para aquellas personas que sienten un complejo ante su cuerpo y que puede ser por lo tanto, un disparador para fomentar conductas alimentarias que puedan perjudicar la salud tanto física como mental de estas personas.
En estas situaciones se puede tender a querer llevar ropa de verano que camufle aunque eso suponga tener más calor, no querer bañarse en la piscina o en la playa, evitar las quedadas veraniegas etc. Es decir, estas situaciones puede llevar a la personas a limitarse y cohibirse a la hora de disfrutar del verano.
Por lo tanto, esta etapa puede vivirse desde una ansiedad debido a esa exposición del cuerpo, los excesos alimenticios, la comparación con otros cuerpos etc. No podemos olvidar la típica frase de “operación bikini” que no deja de ser también un factor disparador que puede llevar a la obsesión de las personas. Esta frase la escuchamos constantemente en muchos sitios, sobre todo en los gimnasios.
El verano es una época en la que se tiene que seguir trabajando a nivel terapéutico con los pacientes diagnosticados porque va a ser una oportunidad de exposición gestionada con el terapeuta. Sin embargo, existen muchas personas que no llegan a cumplir todos los criterios relacionados con el DSM-V para realizar dicho diagnóstico o no acuden directamente a consulta para poder gestionar los rasgos alimenticios que tengan. Por ello, quiero animar a que si tu vida va en función de aquello que comes o dejas de comer, el deporte o las comparaciones físicas de manera constante, es necesario que acudas a un profesional.
¿Cómo se puede intervenir en verano?
Además de como recalco, mantener las sesiones de terapia, existen varias pautas a tener en cuenta:
Recuerda, que si observas que tus conductas condicionan tu vida, pide ayuda a un profesional de la salud mental porque no tienes que vivir esto sola/o.
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