Mucho se habla de las relaciones sentimentales, de las dinámicas de pareja, la codependencia emocional y sobre todo de las rupturas sentimentales. Sin embargo, poco se comenta la necesidad de los vínculos sociales y el dolor que provoca la ruptura de dichos vínculos. ¿Una pareja puede satisfacer todas y cada una de nuestras necesidades? Es evidente que una relación romántica tiene que tener de base una confianza y un proyecto en común, no obstante, no tiene porque compartirse absolutamente todo dentro de la pareja ni fusionarnos como si estuviéramos haciendo una simbiosis. Ahí es donde entra la importancia de mantener la amistad y vincular con personas que nos aportan, que nos siguen complementando en muchos aspectos, amigas y amigos que son pura vitamina como dice mi psiquiatra favorita Marian Rojas. Cuando se generan lazos de confianza, amor y respeto con una persona que son rotos de manera inesperada, en ocasiones sin ni siquiera una adecuada explicación o un entendimiento, esto puede provocar un terrible sufrimiento.
¿Valorarías dejar a tu pareja por WhatsApp? ¿Valorarías hacerle ghosting (la ausencia repentina de contacto sin ninguna explicación) a tu pareja después de 5 años de relación? Pongamos un ejemplo: si una amiga se sienta contigo y te dice que su pareja después de 10 años le ha dejado de contestar a los mensajes, la reacción natural sería de incomprensión y perplejidad. Sin embargo, naturalizamos el silencio como punto y final de una relación de amistad. “Ya quedaremos”, “yo te aviso”, “te aviso para tomar algo”, “hoy no puedo quedar y mañana tampoco”, “no tengo tiempo” o “tengo muchas cosas ahora mismo en mente” son solo algunas de las pequeñas explicaciones que podemos recibir en momentos en los que la relación social se está deteriorando, justo en ese momento en el que no se percibe reciprocidad. Estas negativas camufladas de excusas conllevan que el receptor sienta frustración e incomprensión y hasta se autoinculpe de la actitud de la otra persona.
El silencio y la ausencia repentina de un amigo o una amiga que ha estado en momentos importantes de nuestra vida puede conllevar:
1. Decepción
2. Baja autoestima
3. Incertidumbre
4. Duelo
Por ello, y aunque nunca jamás podemos obligar a nadie a estar a nuestro lado, si por cualquier cosa nuestros caminos se han separado, sigue siendo necesario atender a la responsabilidad afectiva que tenemos con los demás, aceptando nuestra responsabilidad y pudiendo terminar esa relación desde el respeto y el cariño que se pudo sentir en ella. Al igual que una relación sentimental, las relaciones sociales también pueden atender a cambios y rupturas, es lícito y forma parte de la madurez y la vida. Pero es necesario comprender que estos cambios en las relaciones sociales pueden llevar a un sufrimiento similar al de un ruptura de pareja.
1. Mucho autocuidado, llevando a cabo actividades placenteras y rodeándonos de esas amistades que se mantienen y nos siguen demostrando amor y acompañamiento.
2. Evita la culpabilización. En estas situaciones existe la tendencia de atribuirnos una responsabilidad que tal vez no exista y que le corresponde a la otra persona que quiere modificar la relación o terminarla, y por tanto es cosa suya comunicar cómo se siente.
3. Haz algún ritual de despedida. Un ejemplo sería escribir una carta para poder expresar tus sentimientos de manera libre, ya que puedes sentir que quedan muchas cosas por decir ante el silencio de la otra persona.
En definitiva, es natural sentir el duelo de la ruptura social y necesario visibilizarlo para evitar convertirlo en un tema tabú. Recuerda focalizarte en esas personas que continúan a tu vera. Centrarse exclusivamente en las personas que se alejan de nosotros hace que muchas veces nos olvidemos de aquellas que permanecen cercanas y brindándonos su apoyo y amor.
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