De manera frecuente, me encuentro en consulta a personas que aunque no tengan un diagnóstico propio, según los criterios, de un trastorno de la conducta alimentaria, si que puedo observar muchas conductas y patrones asociados con la comida, como por ejemplo, restricciones, compensaciones, creencias erróneas asociadas a determinados alimentos, dinámicas sobre varios tipos de ayunos o dietas sin un adecuada consulta de otros profesionales como nutricionistas o endocrinos. En una gran parte de lo que me encuentro en consulta tiene mucha relación también con las emociones que no se han gestionado adecuadamente y que en algún momento se aprendieron a gestionar desde la comida.
Hay que comprender que a nivel cultural, por ejemplo, tenemos muy condicionados las comidas con las celebraciones o incluso con las decepciones. Una ruptura sentimental, he aprobado el carnet de coche, etc.
La elección , también, de los alimentos que escogemos para nuestra ingesta puede estar bastante influenciada por el estado emocional en el que nos encontremos. Por ejemplo, la tristeza a menudo puede desencadenar deseos de comida rápida, grasas, azúcares o incluso nos puede conllevar una comida compulsiva. Este tipo de conductas alimentarias se deben a la necesidad de segregar dopamina (neurotransmisor que nos permite sentir placer instantáneo) por lo que, sentir esa satisfacción rápida ayudará a aliviar las sensaciones de malestar que pueden venir provocadas por algún factor externo. No obstante, esta manera, no siempre es la mejor opción a la hora de poder regular emocionalmente.
Recuerda que si te ves en una situación en la que te es muy difícil poder gestionar, no dudes pedir cita en nuestro centro, donde estaré encantada de poder atenderte y mejorar la situación.
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